Érase………….
Una joven muchacha, que a pesar de vivir alejada de la
civilización era feliz, el verde y frondoso gran bosque que le rodeaba
constituía su vida en si.
Caperucita había crecido amparado por el amor de su madre y
abuela, no sabía de la maldad, del rencor o la venganza. Esas cualidades del
ser humano, habían sido censuradas de su educación. Por lo tanto nos
encontramos con una beldad quimérica en el siglo XXI.
La noche comenzaba a caer sobre el bosque, pero muy a su
pesar la rubicunda mujer tenía que enviar a la hija, caperucita, a casa de la
abuelita. Su madre, la anciana mujer llevaba postrada en la cama años, sus
viejos huesos no respondían a estímulos ni razones. Por ello su nieta se hacía
cargo de su cuidado.
Caperucita salió cuando la luna comenzaba a apreciarse en el
cielo, con su capa roja y su cesta salió contenta a la misión. Imaginaba la
historia que su abuela la contaría esa noche, sería de monstruos, de hadas, o
de ambas cosas…
Sin miedo caminaba por el sendero que tanto conocía, ignorando
los ojos malvados que esperaban agazapados su visita.
Al pasar junto a uno de los grandes árboles que habitaban el
bosque, una visión inesperada hizo palpitar con fuerza su corazón.
- ¡Eres tú! – Exclamó nerviosa.- Me has dado un susto de
muerte.
El lobo la miró airado, que se había pensado la mocosa… Eso
era lo que él que quería, además claro esta, de cambiar la aptitud de esa
jovencita que enamoraba con sus encantos pueriles a los lugareños. El se
encargaría de romper el mito, de devolver a cada uno a su sitio. Y así comenzó…
- Mi querida Caperucita, nada más lejos de mi intención que
asustarte, nada menos que a ti querida niña. – Recitaba con voz melodiosa- Te
esperaba para explicarte algo, mejor dicho proponerte un juego…
Caperucita escuchaba con atención, pero era consciente de
que no podía perder el tiempo. Su abuela esperaba la cena.
- Pues siento tener que decirte.- Contestó serena- Que nos
has elegido el mejor momento, mi abuela espera mi llegada y no deseo hacerla
sufrir…
- Esta bien, esta bien, si quieres te acompaño hasta su
casa. No tengo nada que hacer…
Esa amabilidad mosqueó a la joven caperucita, que arrebujo
su cuerpo en la capa roja en un intento de alejar la desazón que comenzaba a
invadirla.
- Solo quería comentarte unas cositas, que a bien seguro tú
ignoras. Todos conocemos a tu madre y su recelo.- Continuaba el lobo mirando de
soslayo la reacción de la joven.- Supongo que recordaras a tu amiga Susana.
Claro, como no la vas a recordar sin hasta compartisteis novio…
Caperucita, miró al lobo con nuevos ojos…
-Bien quiero que sepas que tengo noticias frescas sobre ella
y su destino, buenas, muy buenas. Seguro que te gustarán…
Ella no estaba tan segura de tal afirmación…
- Se ha casado, ya ves, primero te deja sin novio y después
se casa con otro. Un político, dicen que con mucho futuro, de momento ya es
alcalde un gran pueblo. Quien nos iba a decir que la joven Susana llegaría tan
alto…
- ¿Y qué? – Preguntó Caperucita cada vez más sorprendida.
Ese no era el malvado lobo que conocía de toda la vida. No entendía nada…-
- No se, es que he pensado que quizá a ti te gustaría vivir
una aventura parecida. Llevas una vida tan aburrida…- Comentó el lobo con voz
de cordero.- Si es así, te puedo ayudar, en la ciudad tengo amigos, las
recomendaciones son imprescindibles en la era en la que vivimos. Quizá allí
encuentres al hombre de tu vida, ya sabes aquí en el pueblo, solo quedan
viejos…
Una tenue luz comenzaba a vislumbrase en la lejanía, era la
casa de la abuela. El lobo comenzó a impacientarse, era consciente de que le
quedaba poco tiempo para urdir su plan.
- Si lo deseas, mañana mismo puedes partir, te ofrezco una
vivienda digna y un trabajo bien remunerado. ¡Ah! Y no te preocupes por el
empleo, poco tendrás que hacer, no más de lo que ya haces aquí.
Caperucita se mostró suspicaz, desde que tenía memoria el
lobo había querido comérsela, y ahora le ofrecía una salida del bosque. La
historia comenzaba a gustarla, quizá el lobo no eran tan malo…
- Tengo planes, muchos planes para ti. Eres una chica encantadora,
y se que sabrás estar a la altura. Solo tienes que decir si, y tu vida cambiara
tanto que ni tu misma serás capaz de reconocerte.
Caperucita paró en seco.
- ¿Qué quieres decir? – Preguntó ingenua-
- Que dejaras de ser la niña del cuento para convertirte en
princesa de película.- Añadió el lobo seguro de tenerla en el bote.-
- ¿De verdad podría tener un precioso piso en una buena
zona, un gran salario sin hacer nada?-
- Eso y mucho más, depende de tu ambición, si eres como tu
amiga Susana tendrás el mundo a tus pies.
El lobo se percató de la cercanía de la casa maldita para
él. Entonces con paso ágil y voz reposada le lanzó el último dardo envenenado.
- Ya sabes, si de
verdad lo quieres solo tienes que tomarlo.
Y tal como dijo la frase se perdió en la negrura de la
noche…
Caperucita iba pensando en las palabras del lobo, analizando
su oferta. Quizá no fuera mala idea cambiar de aires, conocer mundos distintos…
Entretanto, el sigiloso lobo había entrado en la pequeña
casa del bosque, la abuela inquieta por el retraso de su niña se había
levantado con gran esfuerzo. Las palabras de reprimenda se congelaron en el
aire al ver que no era su nieta la que había entrado en casa… El lobo lanzó sus
zarpas sobre ella, sin dar tiempo a la anciana a repeler el envite…
Al entrar en casa un olor peculiar invadió sus fosas
nasales, un olor que en ese instante no supo definir. Fue derecha a la habitación
de su abuela, y allí la encontró tendida en la cama y tapada hasta la nariz.
Caperucita comenzó a explicarle su encuentro nocturno con el
lobo, la anciana movía la cabeza en señal de afirmación y una media sonrisa
iluminaba su ajado rostro.
- Abuela, abuelita. ¿Tú que crees que debo hacer?- Preguntó
inocentemente la joven Caperucita.-
La abuela respondió con un gesto hosco de afirmación.
De pronto la lucidez volvió a la joven, reconoció el olor,
la forma y palabras del viejo lobo. Sin dar muestras de su descubrimiento, se
acercó a la chimenea y cogió el atizador.
Sin preámbulos golpeó con fiereza el cuerpo oculto bajo las
sábanas. Cuando el lobo quiso darse cuenta la sangre manaba profusamente de su
cabeza.
- ¿Cómo y por qué?- Preguntó con un hilo de voz el lobo,
notando que la vida se le escapaba.-
Caperucita respondió orgullosa a sus preguntas, sin bajar el
atizador de la forma de ataque.
- ¿Cómo? Es muy simple, mi abuela jamás consentiría que
hablara durante tanto rato sin interrumpirme, de ahí que te has delatado ¿Por
qué? Porque a pesar de saber que no te has comido a mi abuela, sino que la
escondiste en el armario, eres un corrupto, tienes tantas ansias de poder en el
bosque que no dudas en comprar a aquellos que te hacen sombra, utilizando las
técnicas menos loables. Eres igual que todos lo que se creen con el poder de la
humanidad.
Soy Caperucita, si, inocente, si, pero no tonta…
A continuación sacó a su abuela del armario y las dos juntas
vieron morir al viejo lobo corrupto ahogado en su propio hedor…
Gracia Pérez
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