Bienvenidos a mi blog

Ante todo deseo dar las gracias a todos aquellos que quieran compartir conmigo mis escritos.
Escribir es mi pasión, que junto con la lectura me han formado como mujer y persona.
Escribo desde lo más profundo de mi corazón, creo que es la mejor manera de llegar al lector.
Gracias a tod@s mis amig@s por su apoyo incondicional, por ellos he publicado mi primera novela, "Designios de una guerra" Si queréis conocerla, tiene su página en Facebook.
Reitero los agradecimientos a tod@s aquellas personas que creen en mi.
Mil besos y hasta pronto.

viernes, 25 de enero de 2013

Foto original de la portada de Suspendidos en el tiempo.


Este relato es un homenaje a Juanjo, autor de la fotografía, por cuya generosidad mi novela tiene una portada cautivadora. El relato está inspirado en una de sus aventuras infantiles.
Gracias Juanjo por tu generosidad y por compartir conmigo tus recuerdos

El niño que creyó ver el mar



Juanjo, vivía en un pequeño pueblo minero rodeado de hermosas montañas y bañado por el río Esla. Su infancia transcurrió en Sabero, en medio del ruido de las sirenas y el humo de las minas.

Corría la primavera de 1950, Juanjo como cada tarde había salido a jugar con sus amigos, el monte Castro, un lugar privilegiado era su parque infantil. Esa tarde uno de los chicos más grandes decidió unirse a ellos. El grupo se mostró encantando por la atención del muchacho mayor. En un momento entre juego y juego, les hizo una pregunta.

- ¿Alguno de vosotros ha visto el mar?

Los niños sorprendidos contestaron al unísono un “No” rotundo.

- El mar está muy lejos, y mis padres no pueden llevarnos.-Contestó Juanjo decidido.-

El chico mayor respondió con una gran carcajada, y una frase que dejo al resto perplejos.

-Que tontería, yo os enseñaré el mar. Si subimos a la peña podréis ver la inmensidad del mismo.-

Todos se mostraron entusiasmados con la expectativa y estuvieron de acuerdo en seguirle para poder cumplir uno de sus sueños. De todos ellos Juanjo era el más vehemente, ya que su imaginación no tenía límites. Meses atrás había intentando atrapar el sol, y para ello empleo todo su coraje y empeño.

Lo que el chico mayor no les había dicho, era que la peña a la que tenían que subir era la más alejada. Por lo tanto los chiquillos llegaron exhaustos al lugar, a pesar del cansancio Juanjo fue el primero en coronar la peña y ante su sorpresa allí estaba…

En la inmensidad del infinito la tierra se difuminaba con el cielo, perdiendo en el horizonte la definición de las mismas. El corazón de Juanjo comenzó a latir con premura, su tan anhelado sueño se había cumplido. Vislumbró el intenso azul del mar, con un número indefino de barcos expulsando humo. Aquello le dejo anonadado, no podía dejar de mirar la imagen, su mente fotografió la estampa para retenerla y que perdurará en su memoria.

Llegó a su casa entusiasmado, su madre le esperaba enfadada, tenían que acudir al oficio de tinieblas, era semana santa. Mientras se comía la rebanada de pan con nata y azúcar, relató a su madre la experiencia vivida en la peña. Ella le miró con los ojos muy abiertos, otra más, pensó la mujer.

- Déjate de tonterías hijo, cómo vas a ver el mar si a estás en medio de las montañas Leonesas. Anda come, que llegamos tarde a las tinieblas.- Así dio por terminada la madre su gran odisea.-

Mientras el cura entonaba aquellos lúgubres cánticos, y la iglesia se envolvía en la oscuridad, Juanjo pensó que le daba lo mismo, él, había visto el mar y los barcos, lo demás no le importaba…

Años más tarde, cuando la edad y la madurez llegaron a su vida, supo que en realidad lo que había visto era el horizonte perdido, y que aquellos barcos no eran más que el humo de las chimeneas de los pueblos vecinos.

Aún así, el se negó a olvidar a aquella ilusión…

Con cariño para ti, Juanjo, el niño que siempre soñó

Gracia